Documental en video de Sissi La Emperatriz incomprendida




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Filmografía

Es un personaje histórico muy conocido gracias al cine por la trilogía de películas austro-alemanas de los años 1950: Sissí, Sissí Emperatriz y El destino de Sissí, todas protagonizadas por la bella actriz vienesa Romy Schneider. Ésta volvería a encarnar el personaje en el filme Ludwig II (1972) de Luchino Visconti. No obstante, la primera aparición cinematográfica sería en 1932 cuando la realizadora alemana Lotte Reiniger hizo un corto sobre la emperatriz. También fue interpretada por Ava Gardner en Mayerling (1968).
Año Película Actriz
1955 Sissi Romy Schneider
1956 Sissi Emperatriz Romy Schneider
1957 El destino de Sissi Romy Schneider
1968 Mayerling Ava Gardner
1972 Ludwig II Romy Schneider
1991 Sissi, el beso del emperador Vanessa Wagner
1997 La princesa Sissinota 2 Dibujos animados
2004 Sissi, l'impreratrice rebelle Arielle Dombasle
2009 Sissi, emperatriz de Austria Cristiana Capotondi
La editorial Bruguera lanzó en 1958 la revista para niñas Sissi, buscando rentabilizar el éxito del personaje cinematográfico.2
En 1998, con motivo del centenario de su muerte, se estrenó en Viena el musical Elisabeth, el cual se ha traducido a siete idiomas y estrenado en países como Alemania, Finlandia, Japón, Hungría, Países Bajos y Suecia. Sin lugar a dudas, el mayor éxito se ha dado en Japón, donde diferentes compañías del teatro Takarazuka lo llevan representando desde 1996 hasta la actualidad. También se estrenó en 2012 en Corea del Sur contando con la participación de la estrella Xiah Junsu, con gran éxito y acogida.
En la serie austriaca Comisario Rex, hubo un episodio titulado Sissi, sobre una asesina que pretendía mimetizarse con ella.
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Ancestros

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
16. Juan, Conde Palatino de Birkenfeld-Gelnhausen
 
 
 
 
 
 

 
8. Duque Wilhelm en Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
17. Wildgravine y Rhinegravine Sofía Carlota de Dhaun
 
 
 
 
 
 

 
4. Duque Pío Augusto de Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
18. Conde Palatino Federico Miguel de Zweibrücken-Birkenfeld (= 12)
 
 
 
 
 
 

 
9. Condesa Palatina María Ana de Zweibrücken-Birkenfeld
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
19. Condesa Palatina María Francisca de Sulzbach (= 13)
 
 
 
 
 
 

 
2. Duque Maximiliano José de Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
20. Duque Carlos de Arenberg
 
 
 
 
 
 

 
10. Luis-María; Duque de Arenberg
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
21. Luisa Margarita de la Marck-Schleiden, Condesa de Vardes
 
 
 
 
 
 

 
5. Princesa Amalia Luisa de Arenberg
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
22. Luis José de Mailly, Marqués de Nesle
 
 
 
 
 
 

 
11. María Adelaia Julia de Mailly
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
23. Adelaida Julia d'Hautefort
 
 
 
 
 
 

 
1. Isabel de Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
24. Conde Palatino Cristián III de Zweibrücken-Birkenfeld
 
 
 
 
 
 

 
12. Conde Palatino Federico Miguel de Zweibrücken-Birkenfeld (= 18)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
25. Carolina de Nassau-Saarbrücken
 
 
 
 
 
 

 
6. Maximiliano I de Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
26. Conde Palatino José Carlos de Sulzbach
 
 
 
 
 
 

 
13. Condesa Palatina María Francisca de Sulzbach (= 19)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
27. Condesa Palatina Isabel Augusta de Neoburgo
 
 
 
 
 
 

 
3. Princesa Ludovica de Baviera
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
28. Gran Duque Carlos Federico I de Baden
 
 
 
 
 
 

 
14. Príncipe Heredero Carlos Luis de Baden
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
29. Landgravina Carolina Luisa de Hesse-Darmstadt
 
 
 
 
 
 

 
7. Carolina de Baden
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
30. Landgrave Luis IX de Hesse-Darmstadt
 
 
 
 
 
 

 
15. Landgravina Amalia de Hesse-Darmstadt
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
31. Condesa Palatina Carolina de Zweibrücken
 

Influencia y legado

Su imagen es actualmente un icono turístico de Austria; así, en el palacio Hofburg de Viena, que ella tanto detestaba, hay actualmente un museo en su honor. También es un icono turístico bávaro, región de origen de Isabel, con un museo en su localidad natal, Possenhofen. Uno de los más famosos valses de Johann Strauss, que lleva el nombre de Myrthen-Kränze Walzer, Op.154, fue estrenado en un cumpleaños de la soberana y ha pasado a la posteridad como una gran obra musical decimonónica. En su visita a la provincia de Alicante en 1894 estuvo en Alicante y Elche y allí al ver la famosa palmera de siete brazos del Palmeral exclamó que era digna de un imperio, por lo que recibió el nombre de "Palmera imperial". La escritora española Ángeles Caso ha escrito varios libros sobre la emperatriz, intentando desmitificar la imagen edulcorada e infantil que de ella se dio en el cine, aunque basándose en la primera gran biografía realista sobre la emperatriz de la escritora e historiadora alemana - austríaca Brigitte Hamman, y existen además numerosas publicaciones sobre su vida en numerosos idiomas.
  

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Distinciones honoríficas

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Asesinato y entierro

El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra con una de sus damas de compañía, la condesa Irma Sztaray, fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para deslizar un fino estilete en el corazón de la emperatriz. Al principio, Isabel no fue consciente de lo que había sucedido. Solamente al subir al barco que las estaba esperando comenzó a sentirse mal y a marearse. Cuando se desvaneció, su dama de compañía avisó al capitán del barco de la identidad de la dama y regresaron al puerto. Ella misma desabrochó el vestido de la emperatriz para que respirara mejor y, al hacerlo, vio una pequeña mancha de sangre sobre el pecho, causada por el estilete, que había provocado una mínima pérdida de sangre sobre el miocardio, suficiente para causar la muerte.
Luigi Lucheni estaba en realidad planeando un atentado contra el pretendiente al trono francés, un príncipe de la Casa de Orléans, pero cambió de víctima al leer en un periódico que la visita del príncipe francés había sido anulada y que la emperatriz se encontraba en la ciudad. El cuerpo de la emperatriz fue trasladado a Viena entre el gran cortejo fúnebre que el protocolo dictaba, siendo sepultada en la Cripta Imperial o Kaisergruft, en la iglesia de los Capuchinos, en vez de en su palacio en la isla griega de Corfú, el Achilleion, donde deseaba recibir sepultura realmente, tal como indicó en su testamento.


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El crimen de Mayerling

En 1889, la vida de la Emperatriz cambiaría radicalmente a causa de la muerte de su único hijo y de las circunstancias en que ocurrió. El príncipe Rodolfo, de 30 años, que padecía de ciertos trastornos psicológicos causados en parte por la estricta educación militar a la que fue sometido en su infancia, convenció a su amante, la joven baronesa María Vetsera, para que se quitase la vida junto a él. Sin embargo, se habló, y aún hoy en día se habla, de un complot contra Rodolfo. Por un lado, la hipótesis de un complot tejido por los servicios secretos austríacos, dadas las ideas radicales y liberales que el hijo del Emperador profesaba. Por otro lado, la hipótesis de un complot urdido por los servicios secretos franceses ante la negativa de Rodolfo a dar un golpe fatal a la política de su padre. Todo esto se fundamenta en los estudios sobre los cuerpos de los fallecidos. Ella, según dichos estudios, no murió del disparo en la cabeza, sino de una paliza previa. Él presentaba cortes en la cara y en varias partes del cuerpo, algo impropio de un suicidio, que se taparon con maquillaje antes de su funeral en Viena. A pesar de las hipótesis, la causa de su muerte es a día de hoy una incógnita.
Este episodio, que se conoce con el nombre de «el crimen de Mayerling» por ser Mayerling el nombre del refugio de caza donde ocurrió la tragedia, dejó marcado también al Emperador, que de la noche a la mañana se encontró sin un heredero que se hiciese cargo del vasto imperio austrohúngaro.
Tras la muerte de su hijo, la emperatriz abandonó Viena y adoptó el negro como único color para su vestimenta, a la par que su fobia a ser retratada incrementaba. Sólo unas pocas fotografías se conservan de fotógrafos con suerte que lograron congelarla en una imagen sin que ella lo advirtiera. Con el tiempo, se hizo extraño que la emperatriz visitase a su marido en Viena, pero, curiosamente, su correspondencia aumentó de frecuencia durante los últimos años, y la relación entre los esposos se fue convirtiendo en platónica y cariñosa.
Esta última etapa en la vida de la emperatriz estuvo marcada más que nunca por los viajes. Compró un barco de vapor al que llamó Miramar, y en él recorrió el mar Mediterráneo, siendo uno de sus lugares favoritos Cap Martin, en la Riviera francesa, donde el turismo se había hecho constante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. También pasaría algunas temporadas de verano en el lago de Ginebra en Suiza, Bad Ischl, en Austria, y en Corfú, donde construyó su palacio, el Achilleion, en honor de Aquiles, uno de sus héroes griegos preferidos. Dedicó largas temporadas en estos años a aprender griego, con ayuda de un joven profesor particular, Constantin Christomanos. Además, visitó otros países como Portugal, España, Marruecos, Argelia, Malta y Grecia, Turquía y Egipto.

Personalidad

Dotada de una gran belleza física, Isabel se caracterizó por ser una persona rebelde, culta y demasiado avanzada para su tiempo. Adoraba la equitación, llegando a participar en muchos torneos. Sentía un gran aprecio por los animales; amaba a sus perros, costumbre heredada de su madre, hasta el punto de pasear con ellos por los salones de palacio. Le gustaban los papagayos y los animales exóticos en general. Incluso llegó a tener su propia pista circense en los jardines de su palacio en Corfú. Hablaba varios idiomas: el alemán, el inglés, el francés, el húngaro, propiciado por su interés e identificación con la causa húngara, y el griego, este último aprendido con ahínco para poder disfrutar de las obras clásicas en su idioma original. Cuidaba su figura de una forma maniática, llegando a hacerse instalar unas anillas en sus habitaciones para poder practicar deporte sin ser vista. Su alimentación dio también mucho que hablar, pues se alimentaba básicamente a base de pescado hervido, alguna fruta y jugo de carne exprimida. A partir de los 35 años no volvió a dejar que nadie la retratase o tomase una fotografía; para ello, adoptó la costumbre de llevar siempre un velo azul, una sombrilla y un gran abanico de cuero negro con el que cubría su cara cuando alguien se acercaba demasiado a ella. Entre otras excentricidades, al final de su vida también se hizo tatuar un ancla en el hombro (por el gran amor que sentía por el mar y las travesías y por sentirse sin patria propia, como los eternos marineros que vagan por el mundo) y se hacía atar al mástil de su barco durante las tormentas. Paseaba a diario durante ocho largas horas, llegando a extenuar a varias de sus damas de su séquito, entre ellas Ida Ferenczy o Marie Festetics. Además, adoraba viajar, no permaneciendo nunca en el mismo lugar más de dos semanas. Disfrutó de la literatura, en especial de las obras de William Shakespeare, de Friedrich Hegel y de su poeta predilecto, Heinrich Heine. Por último, detestaba el ridículo protocolo de la corte imperial de Viena, de la que procuró permanecer alejada durante el mayor tiempo posible y hacia la que desarrolló una auténtica fobia que le provocaba trastornos psicosomáticos, como cefaleas, náuseas y depresión nerviosa. La emperatriz se mantuvo alejada, siempre que pudo, de la vida pública. Fue una emperatriz ausente de su imperio, aunque no por ello menos pendiente de los asuntos de Estado. De hecho, fue la propia emperatriz una de las impulsoras de la coronación de Francisco José como rey de Hungría, hecho que se produjo finalmente en 1867.

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Descendiente

Sofía Federica de Austria

 

 Gisela de Austria

 

Rodolfo de Habsburgo (príncipe heredero de Austria)

 María Valeria Matilda Amalia de Habsburgo-Lorena y Wittelsbach

 

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