El gran secreto que la emperatriz Sissi se llevó a la tumba

Elisabeth Amalie Eugenie von Wittelsbach, más conocida por el apodo de ‘Sissi’, fue una de las más famosas emperatrices de la segunda mitad del siglo XIX, llegando a disputar en popularidad con la todopoderosa Reina Victoria del Reino Unido. Y aunque en su tiempo todavía no se estilaba la prensa del corazón, tal y como hoy la conocemos, fue uno de los personajes a los que la prensa convencional de la época más atención prestaba.
Su vida fue un remolino de emociones, pasiones, alegrías y frustraciones y buena cuenta de eso lo supimos gracias a la trilogía de películas (bastante edulcoradas) que protagonizó la actriz Romy Schneider entre 1955 y 1957, seis décadas después de la trágica muerte de Sissi.
Y es que en la vida de la emperatriz más famosa del Imperio Austrohúngaro no  todo fue un camino de rosas y un gran número de desgracias y tragedias la rodearon hasta el final de sus días, cuando fue asesinada el 10 de septiembre de 1898 por un anarquista italiano, Luigi Lucheni.
Tras su muerte, muchos fueron los secretos que se llevó a la tumba Sissi, entre ellos algunas infidelidades hacía su esposo Francisco José I y la posible no paternidad de la cuarta y última hija del matrimonio fruto de un apasionado romance que la emperatriz mantuvo con el conde húngaro Gyula Andrássy.
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Pero si hemos de destacar el mayor de los secretos que tanto Sissi, como el resto de los miembros de la familia imperial, se llevó a la tumba es el que concierne al incidente ocurrido en Mayerling en el que su hijo Rodolfo, heredero al trono, perdió la vida a los 30 años de edad.
Ilustración donde Sissi, Francisco José I y la esposa velan el cadáver del Príncipe Rodolfo (Wikimedia commons)
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Ilustración donde Sissi, Francisco José I y la esposa velan el cadáver del Príncipe Rodolfo (Wikimedia commons)
Ocurrió el 30 de enero de 1889, fecha en la que el ayudante de cámara del príncipe heredero halló su cuerpo sin vida junto al de su joven amante María Vetsera, de tan solo 17 años de edad, en uno de los dormitorios de la casa de reposo y caza que la familia imperial poseía en el pequeño pueblo de Mayerling.
La versión oficial en un principio habló de la muerte de Rodolfo de Austria como si está se hubiese producido estando a solas y a causa de una insuficiencia cardíaca, pero rápidamente recularon y confirmaron que se había tratado de un suicidio tras dispararse con una escopeta de caza. Nada dijeron de la presencia de la amante pero varios fueron los testigos que pudieron ver el cadáver de la joven que acompañaba al príncipe, desmintiendo posteriormente esa ‘versión oficial y falseada’.
Para no organizar un escándalo mayor del que una noticia de tal relevancia provocaría, se pensó que lo mejor era no mencionar la presencia y muerte de María Vetsera, a la que sacaron disimuladamente de la casa, montaron en un carruaje y mantuvieron erguida durante todo el viaje gracias a un palo de madera (algunas fuentes indican que era de una escoba).
La jovencísima María Vetsera falleció junto a su amante el Príncipe Rodolfo del Imperio Austrohúngaro (Wikimedia commons)
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La jovencísima María Vetsera falleció junto a su amante el Príncipe Rodolfo del Imperio Austrohúngaro (Wikimedia commons)


Desde la Casa Real austrohúngara creían que obviando parte de los detalles de cómo, porqué y con quién ocurrió el trágico suceso todo quedaría olvidado en poco tiempo, pero tuvo un efecto totalmente contrario, pues a partir de aquel instante comenzaron a surgir un sinfín de especulaciones y teorías conspirativas y, sobre todo, a salir a la luz numerosos trapos sucios relacionados con la vida del heredero y sus relaciones personales y familiares.
Se hicieron públicos datos de la complicada relación que mantuvo Rodolfo con su padre Francisco José I, cómo fue arrebatado de los brazos de la emperatriz Sissi nada más nacer para darle una férrea y disciplinaria educación a muchos kilómetros de la casa familiar, su maltrecho matrimonio de conveniencia con Estefanía de Bélgica o la relación amorosa que mantuvo con la jovencísima María Vetsera, a la que casi doblaba la edad y con la que acabó su vida de una forma trágica.
Pero además de todo esto  otros turbios asuntos de Estado se destaparon, descubriéndose la fallida conspiración que el príncipe heredero organizó para hacer estallar un conflicto en contra de su padre, al apoyar a los movimientos nacionalistas húngaros.
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Muchos son los que vieron en la extraña muerte del príncipe un complot desde el propio gobierno austriaco, incluso planeado por el mismísimo emperador, con el fin de dejar las cosas como estaban y no se produjese una revolución en Hungría que hiciese tambalear la estabilidad del Imperio.
Otros opinan que fue un magnicidio realizado por el servicio de espionaje del gobierno francés, muy interesado en que estallase el conflicto en Hungría, al ver que el fracaso intento de desestabilización había hecho que el príncipe Rodolfo desistiese de la idea de traicionar a su padre.
Tampoco hay que obviar la teoría de los que creen que se trató de un crimen pasional ordenado por la propia esposa de Rodolfo, Estefanía de Bélgica. Esta hipótesis viene apoyada por algunos testimonios que vieron el cuerpo de María Vetsera y el cual no presentaba ningún orificio de bala pero sí cuantiosas heridas y contusiones como si hubiese recibido una paliza mortal.
Sea cual fuere el motivo real de lo que ocurrió aquel 30 de enero de 1889, todos los datos y respuestas al respecto quedaron guardadas como un secreto que Sissi y su esposo se llevaron consigo a la tumba.
Fuentes de consulta: mayerling / latimes